
Efecto secundario de la vacuna contra el virus de la varicela-zóster: podría disminuir el riesgo de demencia
Mercedes Gorette Solís Lucero
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C.
La demencia representa un reto de salud pública que aumenta a medida que la población global envejece. Estudios recientes sugieren que la vacuna contra el virus de la varicela-zóster, más allá de prevenir la infección, pudiera prevenir o retrasar la demencia en adultos mayores. Estos hallazgos resultan notables frente a las noticias sensacionalistas que magnifican los efectos secundarios de las vacunas.
Cuando una persona se infecta con el virus de la varicela-zóster desarrolla varicela. Una vez superada la enfermedad, el virus se mantiene latente de por vida en el tejido nervioso y, años más tarde, puede reactivarse y provocar la enfermedad herpes zóster, conocida comúnmente como culebrilla. La reactivación ocurre usualmente en mayores de 50 años o cuando el sistema inmune se debilita o en situaciones de estrés. La varicela se considera una enfermedad benigna que se atiende mediante el alivio de la comezón provocada por la aparición generalizada de ampollas llenas de líquido y el control de la temperatura. Sin embargo, la culebrilla es una enfermedad muy dolorosa que afectará a 1 de cada 3 personas en algún momento de su vida y que se manifiesta con erupciones sobre la zona que recorre el nervio afectado, usualmente en un solo lado del cuerpo, que puede ir acompañada de fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y cansancio. La culebrilla presenta una baja mortalidad, sin embargo, sus complicaciones pueden tener un gran impacto en la calidad de vida. En algunos casos, el dolor puede perdurar por semanas, meses o incluso años (neuralgia posherpética) pudiendo ser intenso, ardiente, punzante y debilitante. Además, si la culebrilla se presenta en la cara es posible que pueda dañar la visión, el oído o provocar parálisis facial. Por ello, para reducir la gravedad y severidad de la culebrilla, los médicos prescriben antivirales y analgésicos ante los primeros signos de la infección, sin embargo, la prevención es la clave para evitar las complicaciones.
A la izquierda bebé con ampollas de varicela por todo su cuerpo (Foto: rehtse_c/ shutterstock) y a la derecha zonas comúnmente afectadas por el herpes zóster (Imagen: Healthwise, incorporated).
Vacunas contra el herpes zóster
Existen vacunas seguras y eficaces para prevenir la culebrilla que son recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Se trata de la vacuna clásica Zostavax de virus debilitado y de la moderna vacuna Shingrix compuesta de solamente una proteína del virus varicela-zóster (la glicoproteína E) producida en el laboratorio. En México, estas vacunas no están incluidas en el cuadro nacional de vacunación, sin embargo, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS) les ha brindado su aprobación, por lo que es posible encontrarlas en instituciones privadas de salud y en algunas cadenas de farmacias.
Un efecto secundario positivo
Desde hace décadas, los investigadores han buscado comprender la relación entre ciertos virus que tienen influencia directa sobre el sistema nervioso y la aparición de demencia. La política de vacunación de Gales, en el Reino Unido, ofreció una oportunidad extraordinaria para probar esta hipótesis a gran escala y en condiciones reales en lo que llamaron un “experimento natural” (Eyting et al., 2025). En 2013, con el fin de prevenir las dolorosas y costosas complicaciones de la neuralgia posherpética, el gobierno abrió una campaña de vacunación con la vacuna clásica Zostavax para adultos mayores, poniendo como requisito para recibir la vacuna haber nacido a partir del 2 de septiembre de 1933. Investigadores de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, solicitaron acceso a una restringida base de datos con los historiales clínicos y socioeconómicos anónimos de la región. Seleccionaron cerca de 300 mil adultos con edades entre los 71 y 88 años, con historiales muy similares y que al comenzar el programa de vacunación no hubieran recibido un diagnóstico de demencia.
La fecha de nacimiento a partir de la que se podía recibir la vacuna (2 de septiembre de 1933) dividió a las personas seleccionadas en dos grupos donde la variable principal era si se vacunaron o no. Los análisis se enfocaron en el grupo de personas que nunca serían vacunados porque cumplían 80 años una semana antes de la fecha de nacimiento fijada para ser candidato a recibir la vacuna y en el grupo de aquellas que cumplían 80 años una semana después y que sí fueron vacunados. Estos subgrupos eran los más parecidos entre sí pues había muy poca diferencia de edad entre ellos. A continuación, se les dio seguimiento a los historiales por 7 años buscando la aparición de diagnósticos de demencia. La comparación de los dos grupos sugiere que la vacunación redujo en una quinta parte (20%) el riesgo de desarrollar demencia. Los análisis también confirmaron una reducción en el diagnóstico de culebrilla y de la neuralgia posherpética, semejante a la obtenida en otros estudios clínicos, confirmado el acierto en la selección del modelo de estudio. Los hallazgos fueron corroborados exitosamente en una población más grande, la de Inglaterra y Gales, pero esta vez utilizando las actas de defunción cuya principal causa de muerte fue la demencia, en lugar de los registros médicos. La investigación fue publicada en la prestigiosa revista Nature (Eyting et al., 2025) aportando evidencia sólida de que la vacunación con Zostavax, posiblemente ofrece una protección contra la demencia, como efecto secundario a la prevención de la culebrilla. La importancia de este estudio fue que logró asegurar que los criterios de selección minimizaran otras variables, confirmando que la relación observada entre el virus y la enfermedad va más allá de la simple asociación observada previamente en diversos estudios que tenían la limitante de investigar entre muchas variables.
Una nueva vacuna
Aunque durante muchos años Zostavax fue la única opción disponible, su uso ha ido disminuyendo a partir de que Estados Unidos aprobó el uso de la vacuna Shingrix en 2017. Desde entonces, Shingrix ha ido sustituyendo a Zostavax en el mundo, debido a que ha demostrado proporcionar una eficacia mayor y una protección más duradera. Además, al no contener virus vivos, esta nueva vacuna tiene la ventaja de ser más segura para individuos cuyo sistema inmune se encuentre debilitado.
Investigadores de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, aprovecharon la transición en los Estados Unidos para comparar la protección contra la demencia entre ambas vacunas (Taquet et al., 2024). Para ello, compararon la frecuencia de diagnóstico de demencia en los registros médicos electrónicos de aproximadamente 100 mil personas que recibieron la vacuna Zostavax dentro de los 3 años anteriores a octubre de 2017 (fecha en la que la vacuna fue descontinuada) y la misma cantidad de personas que recibieron la vacuna Shingrix en los 3 años siguientes. Los resultados mostraron que, durante los seis años posteriores a la vacunación, las personas vacunadas con Shingrix tuvieron un menor riesgo de desarrollar demencia, permaneciendo libres de demencia casi una quinta parte (17%) más de tiempo en comparación con quienes recibieron la vacuna Zostavax. Además, este efecto se mantuvo en varios análisis complementarios confirmando los resultados. Los hallazgos sugieren que la nueva vacuna Shingrix ofrece una protección adicional respecto a la vacuna viva Zostavax. La investigación fue publicada en la revista Nature Medicine (Taquet et al., 2024) debido a que la asociación encontrada es robusta y refuerza la hipótesis de que la vacunación contra la culebrilla parece tener un efecto protector contra la demencia.
Con la protección en mente
Si bien los hallazgos son prometedores, aún no se puede afirmar que este virus causa directamente la demencia porque sería simplificar un proceso en el que pueden estar involucrados muchos factores. Las evidencias obtenidas sugieren que es muy probable que el virus de la varicela-zóster actúa como uno de varios desencadenantes. El mecanismo de protección del cerebro otorgado por la vacunación contra la culebrilla no está claro. Una explicación propuesta es que la reactivación del virus varicela-zóster puede afectar el flujo sanguíneo en el cerebro y producir inflamación que daña a las neuronas. Por lo tanto, prevenir o mitigar la culebrilla reduciría la exposición a estos factores atribuidos al virus y, en consecuencia, disminuiría el riesgo de demencia. Esto pareciera confirmarse con los resultados observados con la vacuna Shingrix que tuvo un mayor impacto en la reducción de la demencia, aparentemente por ser más efectiva previniendo la culebrilla. Sin embargo, Shingrix no solo contiene la proteína del virus en su formulación sino que también incluye un adyuvante (que es una sustancia que fortalece la respuesta del sistema inmune y hace que la vacuna sea más efectiva). Esto tiene gran relevancia porque hay indicios sólidos de que un mal funcionamiento de la respuesta del sistema inmune, como el que ocurre durante el envejecimiento (inmunosenescencia), se relaciona directamente con una inflamación crónica que daña a las neuronas y contribuye a la demencia. Así, el mismo grupo de investigadores de la Universidad de Oxford publicó un artículo en npj Vaccine (perteneciente al Nature Portfolio) en junio de 2025 (Taquet et al., 2025) donde evaluaron el papel del adyuvante AS01 comparando el efecto de Shingrix con la vacuna contra el Virus Respiratorio Sincitial (Arexvy) que contiene el mismo adyuvante. Se analizaron las historias clínicas electrónicas de más de 400 mil personas mayores de 60 años, con historiales similares en 60 variables, en Estados Unidos encontrando que luego de año y medio de seguimiento, quienes recibieron cualquiera de las vacunas con AS01 tenían menos riesgo de desarrollar demencia comparada con quienes recibieron la vacuna contra la influenza sin adyuvante (control); y que quienes recibieron una sola vacuna tuvieron prácticamente la misma protección que quienes recibieron Shingrix y también Arexvy. Los resultados sugieren que el adyuvante AS01, por sí mismo, podría estar contribuyendo a la protección del cerebro independientemente del virus contra el que esté dirigida la vacuna y que con una sola dosis se alcanza el beneficio máximo. Esta investigación, abre la puerta a la posibilidad de usar al AS01, que está compuesto por una sustancia de la pared de algunas bacterias modificada para ser segura y de un extracto natural de la corteza del árbol quillay (Quillaja saponaria), como base para terapias que prevengan el deterioro del cerebro.
En conclusión, estas vacunas seguras, eficaces y ampliamente disponibles, así como el conocido adyuvante AS01, que mejora la respuesta inmune a las vacunas, representan una estrategia preventiva accesible que debe seguirse estudiando pues puede impactar significativamente a la salud pública. Vacunarse por elección personal, o bien sumando estas vacunas a los programas nacionales de vacunación, podría reducir el impacto social y económico de la demencia, abriendo nuevas perspectivas en esta fascinante área de investigación.
Literatura recomendada
Eyting, M., Xie, M., Michalik, F., Heß, S., Chung, S., Geldsetzer, P. (2025). A natural experiment on the effect of herpes zoster vaccination on dementia. Nature, 641(8062), 438-446. https://doi.org/10.1038/s41586-025-08800-x
Taquet, M., Dercon, Q., Todd, J.A., Harrison, P.J. (2024). The recombinant shingles vaccine is associated with lower risk of dementia. Nature Medicine, 30, 2777-2781. https://doi.org/10.1038/s41591-024-03201-5
Taquet, M., Todd, J.A. Harrison, P.J. (2025) Lower risk of dementia with AS01-adjuvanted vaccination against shingles and respiratory syncytial virus infections. NPJ Vaccines, 10, 130. https://doi.org/10.1038/s41541-025-01172-3
Foto de portada: Tomada de canva.
La autora es doctora en ciencias con orientación en biotecnología, su área de investigación se centra en el desarrollo de inmunotecnologías con aplicación en la acuicultura.
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